OPUS DEI
“Nada se anteponga al Oficio Divino”
En unión con la Iglesia, nosotras celebramos la Liturgia de las Horas, ejerciendo la función sacerdotal de Cristo, ofreciendo a Dios un sacrificio de Alabanza e intercediendo por la salvación de todo el mundo.
ORACIÓN
“En cada hombre existe un lugar donde Dios lo toca y donde él mismo está en incesante contacto con Dios”
La oración es un don de Dios, no se da por el esfuerzo o la técnica. El Espíritu Santo, que ora en nosotros incesantemente, es quien purifica nuestro corazón para que habite siempre el Recuerdo de Dios, de los que sufren, de los pobres…
LECTIO DIVINA
Nosotras dedicamos cada día un tiempo para la lectivo divina. A ejemplo de María, escuchamos, acogemos, rumiamos, esperamos con confianza, la Palabra prometida y entregada. Es fuente de oración y escuela de contemplación, de diálogo con Dios de corazón a corazón.
TRABAJO
Con nuestro trabajo nos aseguramos un medio de vida, nos hacemos solidarias con los que subsisten de su trabajo, compartimos con los pobres. Lo ofrecemos como un sacrificio de alabanza y de él salimos cansadas, pero con el corazón más ávido de nuestro trabajo interior: la palabra y la oración. San Bernardo decía que había aprendido más entre las hayas y abedules que en los libros.
SEPARACIÓN DEL MUNDO
No es que huyamos de nuestra tierra, de los hombres de nuestro tiempo y de su realidad; más bien, gracias a esta separación, libres de toda atadura, llegamos a ser más cercanas a todo hombre y mujer, hermanas de todos en una profunda comunión.
VIDA CENOBÍTICA
Nosotras llevamos una vida en común, bajo una Abadesa y la Regla de San Benito. Cada hermana es un don dado por Dios, pues no nos hemos buscado, es Él quien nos ha llamado a formar esta Comunidad. La unidad de espíritu en la caridad de Dios, el vínculo de paz en la mutua y constante caridad de todas las hermanas, comunión en el compartir todos los bienes, lo podemos vivir, gracias al Espíritu Santo que habita en nosotras. El camino de la reconciliación, del perdón mutuo, la comprensión, hace parte de nuestra vida diaria, guiadas por el Espíritu.
OBEDIENCIA
Es el camino de imitación a Cristo, quien hizo siempre lo que el Padre quería de Él. Nos ayuda a abrir el corazón en estado de oración. Pues, la voluntad propia levanta un muro entre nosotros y nuestro corazón profundo. La multiplicidad de deseos nos saca fuera de nosotros mismos, y quien acepta el renunciar a esta multiplicidad de deseos superficiales, se va haciendo disponible para escuchar la Voz de Dios. Coincidir con esa voluntad, amorosamente sentida en nuestro corazón, es en sí la oración más perfecta: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya” (Lc 22,42).
ASCESIS
La ascesis, es nuestra participación en el Misterio Pascual de Jesús. La fuerza pascual de Jesús abre camino a través de nuestro cuerpo para transfigurarlo poco a poco, mediante una mortificación corporal, a su imagen y semejanza.
Nuestros ayunos, vigilias, trabajo, pobreza, son medios que ayudan para que se dé la experiencia de la necesidad de la gracia para ser transformados.
SILENCIO
Nos ejercitamos en el silencio para hacernos todo oídos ante la Palabra de Dios, para hacernos sensibles a la Palabra interior que el Espíritu Santo no deja de proferir en nuestro corazón. La palabra nos ha sido dada para dar gracias y bendecir a Dios, para dar testimonio de su PALABRA. En el silencio aprendemos a pronunciar lo que hayamos madurado en nuestro corazón.
CELIBATO
El celibato permite libera el capital afectivo que poseemos, y hacerlo disponible para el Señor Jesús, nuestro Esposo, para su Iglesia, y en primer lugar, para las hermanas con las que vivimos. Esto no se adquiere en un día, es el fruto de una larga andadura, donde la oración juega un papel muy importante. El celibato crea un vacío que pide insistentemente ser colmado por un Amor más Profundo y más Universal.
ESTABILIDAD
La permanencia estable en un lugar y en una Comunidad, nos ayuda a profundizar, arraigar, en la experiencia de Dios. Nos permite, poco a poco, crecer en el arte de la caridad, instrumentos del arte espiritual, desde un SI radical, por medio de su gracia.
APOSTOLADO
Nuestra vida monástica vivida en fidelidad, y por la secreta fecundidad apostólica que le es propia, es en sí misma una manera propia de participar en la misión de Cristo y de la Iglesia. Movidas por el celo apostólico, servimos al Pueblo de Dios, extendiendo el Reino de Dios y orando por la salvación de todos los hombres.
Padres Cisterciense y la Palabra de Dios
De la mano de Anselm Grün, quién a San Benito de Nursia.
Santa Gertrudis de Helfta