Santa Matilde de Hackenborn

MATILDE DE HACKEBORN NACE EL AÑO 1241. A LOS 7 AÑOS INGRESÓ EN EL MONASTERIO DE ROTARDESDORF, SIGUIENDO LOS PASOS DE SU HERMANA MAYOR, GERTRUDIS DE HACKEBORN, QUE SERÍA SU FUTURA ABADESA.

SE DISTINGUIÓ POR SU INTELIGENCIA, APLICACIÓN AL ESTUDIO Y POR SU HERMOSA VOZ Y DOTES MUSICALES.


SANTA GERTRUDIS, LA MAGNA, CITA REPETIDAS VECES A DOMNA MATILDE CANTRIX, DE “DULCE” Y “FELIZ MEMORIA”, “MUY CONOCIDA Y VENERADA POR SUS GRACIAS MÍSTICAS”, QUE ELLA MANTUVO CELOSAMENTE GUARDADO DURANTE MUCHO TIEMPO.


LA ENFERMEDAD LA OBLIGO A GUARDAR CAMA DURANTE LOS ÚLTIMOS OCHO AÑOS DE SU VIDA. FUE ENTONCES, CUANDO COMENZÓ A RELATAR A SUS CONFIDENTES SUS VISIONES Y REVELACIONES CON QUE HABÍA SIDO FAVORECIDA.


POR ORDEN DE LA NUEVA ABADESA, SOFÍA DE QUERFURT, GERTRUDIS LA MAGNA Y OTRAS DE SUS COMPAÑERAS PUSIERON POR ESCRITO DICHAS REVELACIONES, A ESCONDIDAS DE MATILDE.

Su mística es un hermoso ejemplo de mística benedictina. Su contemplación se nutre de los misterios celebrados a lo largo del año litúrgico y en la lectura sapiencial de la Biblia.

Su espiritualidad presenta tres características relevantes: trinitaria, cristológica y eclesiológica. Su cristología se centra en la humanidad de Cristo. Para Matilde, Cristo es lo que somos nosotros; nuestra humanidad está en el él, y en Él la humanidad está unida a la divinidad.  

Un día Jesús le entrega su corazón y le dice:
TE DOY MI CORAZÓN para que con Él pienses y con Él me ames, a mí y todas las cosas por mí… Con mi corazón divino me alabarás siempre.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, es la “cumbre de su mística cristológica”. Matilde descubre en ella el símbolo de un amor triunfante y luminoso.  El Corazón de Jesús es “el símbolo glorioso del amor y de todos los sentimientos del Verbo encarnado para con el Padre y todos los hombres”.

¿Dónde mejor hallar y unirse a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, dónde mejor penetrar en el Corazón de Jesús, que en la Eucaristía?

Cristo le había dicho: “Del mismo modo que el que se lava con agua más veces está más limpio, así cuando más comulga el hombre, más se purifica su alma. Cuanto más frecuentemente comulga el alma, más obro yo en ella y ella en mí. Cuanto más procura una persona acercarse a la comunión, tanto más profundamente se sumerge en mí, más penetra en el abismo de la divinidad y más se dilata su alma y se hace más capaz de contener la divinidad”